Son muchos los
vendedores en la ciudad capital, son muchos aquellos que hacen sacrificios vendiendo
frutas, manies, y otros cosas en vez de delinquir, éstas son personas dignas de admirar, se pasan los días bajo un árbol esperando a que alguien desee comprarle, sin nada que hacer, sólo esperar. Muchas veces son
atracados y despojados de sus pertenencias, de sus pocas pertenencias, por personas que no corrieron la misma suerte de éstos honrados vendedores y se dedicaron a la violencia.
Por otro lado están los que caminan por las principales avenidas hasta con el ardiente sol de las doce de la tarde con el único objetivo de ganarse un sustento diario para mantener a su familia. Otros se sientan en una acera a
pedir lismosnas, ya que se sienten incopetentes y no pueden siquiera imitar a los vendedores, otros se dedican a
conchar en taxis, otros a
lavar vidrios, pero al menos todos están donde queremos, ya sea pidiendo, trabajando o estudiando están
lejos de la delincuencia, y con personas como ellos los Dominicanos y Dominicanas debemos sentirnos orgullosos y orgullosas.
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